La escena
ocurre en una discoteca y en concreto la parte importante de la campaña se
desarrolla en el baño de la discoteca. El protagonista es un chico de unos 30 años, que
tiene buena presencia física y va bien vestido, no tiene apariencia de
drogadicto.
El chico está en la discoteca y se dirige al baño, entra en
un unitario y allí abre su cráneo y coge una traza de su cerebro. A
continuación lo pone en la tapa de WC y se hace unas rayas con él como si se
tratara de cocaína. Luego lo esnifa y sale otra vez a continuar con la fiesta.
Al final sale como al joven le sangra la nariz y se le empiezan a dilatar las
pupilas.
La escena no presenta continuidad en todo el anuncio ya que se intercala
la pista de la discoteca con el baño. También en estas dos estancias cambia la iluminación.
La campaña presenta una música de fondo que podría ser la de la propia
discoteca, el anuncio es algo metafórico y surrealista por el tratamiento que
hace del cerebro.
El anuncio dura un minuto y cuatro segundos.
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